TIERRA DE MUCHAS AGUAS

Después de tomar la decisión de irme de viaje durante una de las típicas colas de Caracas, al siguiente día me monte en mi carro y escogí como destino  Mochima. Este Parque Nacional está ubicado entre Puerto La Cruz, Edo. Anzoátegui y Cumaná, Edo. Sucre. Este está rodeado de costas, montañas, islotes, manglares, ensenadas y un reservorio natural de fauna marina, en donde se puede dibujar un espacio mágico, en el que se imponen las bondades de la naturaleza y el gran respeto que merece el mar.

Llegué hasta Playa Arapito (Cumaná), en medio de un día caluroso y soleado. Lo primero que hice fue desayunar unas típicas empanadas venezolanas de harina de maíz y fritas, en el puesto que queda sobre la calle, justo al frente del puerto del pueblo. Allí hay varias posadas y hoteles pequeños para hospedarse durante todo el año, a precios bastantes accesibles, al igual que bares y locales gastronómicos para deleitarse con pescados, mariscos y otros frutos marinos propios de la zona. Luego de haber comido, tomé una lancha hacia mar adentro, rumbo al pueblo conocido como Mochima, el cual  debe su nombre a sus antiguos pobladores, los indios cumanogotos y significa “Tierra de muchas aguas”.

Este parque nacional posee un rico ecosistema costero y marino, las montañas se sumergen en el Caribe más turquesa formando un espectacular conjunto de golfos, playas, acantilados, ensenadas, islas y arrecifes de coral. En su mar de hermosos y profundos fondos se encuentran singulares islas e islotes rocosos entre las que destacan las Islas Caracas, Picúa, Grande Mono, Chimanas, Venado y Borracha, así como fascinantes formaciones coralinas, ofreciendo a los submarinistas un espectáculo de color y vida marina. También es posible sumergirse junto a algún barco hundido a poca profundidad. Todos estos parajes en su conjunto conforman una de las áreas naturales venezolanas con mayor valor paisajístico y potencial turístico.

Mientras íbamos navegando se podía disfrutar del espectáculo sin igual que representa el avistaje de los delfines en Mochima, que de un lado y del otro de la lancha pueden verse aleteando, con su nado rápido y pintoresco. Luego, el paseo continuó hasta un sitio al que coloquialmente le llaman “El Trasero de la Dama”, por la belleza de sus profundidades marinas. Allí se puede practicar snorkel, buceo y ver una gran diversidad de peces multicolores, corales y especies autóctonas, como el pez sapo.

Luego de este recorrido a bordo de una lancha colectiva,  embarcamos  en Playa Blanca, un lugar en donde la arena es, justamente inmaculadamente “blanca”. Allí aproveché para refrescarme en las aguas cálidas y turquesinas y para almorzar junto al mar. Aquí pase prácticamente todo el día.

Al próximo día de mi  viaje fui a un recorrido en peñero a la majestuosa roca de la Virgen, un lugar en donde se encuentran dos imágenes: una de la Virgen del Valle y otra de la Candelaria, en el cual los pescadores cuentan que vieron la luz divina de la madre de Dios en una noche sin luna, alumbrando el paso de los hombres de mar para que no se estrellen contra las gigantescas rocas. En este lugar pude  tomar lindas fotografías, ya que el lanchero ingresó al interior de la cueva, demostrando gran destreza.

Después de haber vivido este viaje inolvidable  y  de haber visto esta cantidad de parajes bellísimos comprendí porque los indígenas le pusieron el nombre de ‘’tierra de muchas aguas’’.

Los invito a visitar Mochima, siempre con la premisa de cuidar el ecosistema y proteger  los tesoros turísticos que posee Venezuela.

Bárbara Sforzina



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