La masificación de BlackBerry en Venezuela ha llevado a que dos de cada diez de sus usuarios en el país son niños o adolescentes. Pese a estar prohibido su uso en los recintos escolares, adolescentes de todo el país acuden a clase con su inseparable BlackBerry.
Quedó atrás la era de llamar o mandar mensajes, ahora los jóvenes venezolanas ansían con navegar por Internet a través de su celular y, sobre todo, desean formar parte de la nueva red social de moda: la del chat o pin BlackBerry.
Muchos planteles han tenido que prohibir su uso no sólo porque el estudiante se distrae, sino porque también se emplean como un recurso silencioso para copiarse en los exámenes, chatear, fotografiar e inclusive grabar al profesor u otro alumno para exponerlo al escarnio público.
Más allá del uso que se le está dando a esta útil y beneficiosa herramienta tecnológica, existe un problema de dependencia y que ya es motivo de consulta psiquiátrica.
Otra de las características que se pueden observar es la pérdida de modales y de educación porque, prácticamente, la persona se aísla del mundo exterior. No sueltan el celular para nada, ni siquiera para dormir. No les importa que alguien esté hablando algo importante e inclusive no dejan de verlo para ver si llegó algo nuevo.
Lamentablemente, los adultos no han sido el mejor ejemplo. Muchos padres no se comunican ni con sus hijos ni con su pareja porque están pendientes del teléfono. Se da el caso de hermanos, que se envían mensajes, desde una habitación a otra, en la misma casa o de reuniones importantes como una graduación o cumpleaños, donde los anfitriones están con el celular en la mano y ni siquiera prestan atención a los invitados.
Alejandro González
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